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50 STELLA
Al fin llegó el día sin regreso... «Mi pa- dre no guelvel» fué el grito desolado de Ale- jandra. «Gustavo Fussller no vuelve» con- testóle en el duelo toda la Nación.
Ella, una vez impuesta de su última volun- tad, la cumplió «sin detenerse á pensar más sino en que él astlo quiso». Cuando supo que su tío la esperaba, tomó á su hermana, y dejó su casa, su país, la Europa, en busca de lo desconocido.
Asíse deshacía ese hogar feliz yjoven. Bra ya, ahora, la fragil hoja que arrastraba el viento, de la visión que arrancó lágrimas á Gustavo en las soledades de las noches ár- ticas.