a STELLA tableciendo un escritorio 4 cuyo frente colo es á Carlos, con todaslas atribuciones, entre- gando 4 Enrique la dirección de una estancia —Ja vieja estancia en que él y sus hermanos nacieron—4 la que éste convirtió en cabaña modelo y en Stud, que comían diez veces lo que producían.
Las hijas, que lo querían entrañablemente, habrían visto en sus labios un 10, como uno de esos fenómenos en los que no se cree; y á él, hubiérale costado más encontrarlo, para ellas, que todos los sacrificios que el pedido pudiera baberle impuesto.
Pacífico, modesto, enemigo de ruido y de ostentación, nunca había hecho sin embargo, la más pequeña observación por las fiestas que se sucedían en la casa, el lujo en que se vivía, ó los gastos que todo esto ocasiona- ba, Su bolsa y su condescendencia no se ce- rraban jamás.
En esas fiestas, 4 que se veía obligado á asistir, aparecía afable, con esa sencillez con que cumplía todos sus deberes. Sus fiestas eran los reuniones familiares del domingo, y el mes que pasaba en la estancia todos los veranos con su mujer y con sus hij iban basta allá por complacerlo.