SUBLLA ér terraso en su niñez decrépita, y los deslumbró. aqueila for de lua!
La conquista fué rápida, inmediata, abso- lata; la huérfana quedaba adoptada, perte- necía ya á todos y á cada uno de aquellos que hacía un momento pensaban en su defor- idad con desconfianza.
—Cówmo te llamas, mi hijita?
A esta pregunta obligada para todos los viños, ella contestó con su voz musical y su suave despejo:
—Stella, como el barco de mi papá.
«Eres realmente una estrella»! pensaron to: dos acariciándola.
En las preguatas, las explicaciones, la per- tucbación que produce siempre el cambio de medio, la ii 1 en hábitos distintos, se pasó rápido el día, Alex, cuya sobrexcitación dlecaía, sintió la necesidad imperiosa de des- cansar. Retiróse temprano á su habitación. Su hermanita dormía tranquilamente; la besó tres veces en la frente, como hacía siempre al dormir y al despertar: «por mamá, por papá, por Alex», y se acostó para reposar al fin
Durante algunos momentos pasaron ante sus ojossombras vagas que se entrecruzaban: amigos de Cristianía, su tío Luis, una de sus primas, la negrita, la Perla... Más vagamente aún y más lejanos, el camino líquido que aca- baba de recorrer... la nave de su padre enca- llada allá en las tierras heladas... la figura