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Página:ECH 2838 19 - Concentración Nacional.djvu/2

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patrio. El recuento de los hechos basta para confirmarlo. Sólo un régimen de concentración podía afrontar la batalla anti comunista y dotar al Ejecutivo de las armas legales suficientes para liberar a Chile de la amenaza que sobre nuestro país proyectaba la acción sediciosa del totalitarismo soviético."

Sin embargo, la existencia de la "Concentración Nacional", no era del todo estable y debía afrontar ataques venidos aun de sus mismos integrantes. Así, al elegirse las Mesas de la Cámara de Diputados y del Senado, Radicales y Democráticos se entendieron con los Partidos de oposición. Se hizo para tal efecto un convenio entre Radicales, Conservadores (sector social cristiano), agrario laboristas, socialistas y democráticos, a consecuencias del cual resultó elegido Presidente del Senado don Humberto Alvarez y de la Cámara de Diputados don Raúl Brañes.

Ante tal situación, renunciaron los Ministros liberales y conservadores, con lo cual parecía llegar a su término la "Concentración Nacional". Sin embargo, el Presidente rechazó las renuncias y la Combinación pudo subsistir.

En Enero de 1950, con motivo de un proyecto de ley sobre estabilización de precios, sueldos y salarios, presentado por el Gobierno, se inició una intensa agitación social. Declararon primero huelga los personales de la Compañía de Teléfonos y de le Compañía de Electricidad, servicios de utilidad pública vitales; y luego se adhirieron los empleados bancarios y otros gremios. La situación se presentaba en extremo difícil y el Gobierno afirmaba que el paro "no persigue fines económicos y gremiales y es sólo la exteriorizados de un plan revolucionario".

No obstante terminantes declaraciones del Gobierno en el sentido de que no escatimaría esfuerzos para mantener la estabilidad constitucional y el funcionamiento de los servicios públicos, el Partido Radical se entendió con los huelguistas y con los partidos de oposición. Se obtuvo la vuelta de los huelguistas al trabajo, con el compromiso de que los pliegos de peticiones tendrían pronta solución y que no se tomarían represalias. Este acontecimiento causó honda preocupación en los círculos políticos. Se consideró que él significaba el quebrantamiento de los partidos políticos, supeditados por los gremios; la consagración de un sindicalismo revolucionario; y un atentado a la dignidad del Parlamento.