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Página:ECH 2838 21 - Conservador, Partido.djvu/4

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en la forma en que hoy se exige; pero, tanto los elementos de que estaba compuesto, como los acontecimientos históricos que lo habían generado y llevado al poder, le daban una fisonomía doctrinaria precisa y definida. Desde luego, fué preocupación especial suya el establecimiento de un Poder Ejecutivo eficaz y fuerte, que lograra imponer orden dentro del país. Se caracterizó también por apoyarse en las clases altas del país, no por un sentimiento oligárquico y antidemocrático, sino porque en aquella época tales clases contenían la mayor parte de los elementos de valer y aptos para el Gobierno. No tuvo este grupo político caracteres religiosos y aun el propio Portales era indiferente en estas materias. La naturaleza religiosa habría de nacer después, en el nuevo Partido Conservador que derivó del Peluconismo.

La República debe al Partido Pelucón la Constitución Política de 1833; y, al mismo tiempo un poderoso impulso de progreso, cuyo detalle no corresponde a la naturaleza de este artículo.


El verdadero Partido Conservador, derivado del Peluconismo y que ha llegado hasta nosotros, nació durante el Gobierno de don Manuel Montt. Los Pelucones, como hemos visto, eran enteramente agenos a las cuestiones religiosas, que no formaban parte de bu contenido doctrinario; pero, durante el Gobierno de Montt se produjeron diversos incidentes de carácter religioso que hicieron cambiar el planteamiento político de la época.

El primer incidente se produjo en el Instituto Nacional. La autoridad eclesiástica, apoyada por algunos conservadores, quería someter este establecimiento enteramente a la Iglesia, entregándole su gobierno desde el Rector hasta el último funcionario. Se opusieron terminante a este propósito el Presidente Montt y su Ministro don Antonio Varas; y se aceptó la renuncia del Presbítero Orrego, Rector del Establecimiento, nombrandose un reemplazante seglar.

Posteriormente, y por iniciativa del Arzobispo Valdivieso, se aprobó en el Senado un proyecto que restablecía legalmente a la Compañía de Jesús. Montt y Varas se opusieron también a esta medida por las graves consecuencias políticas y sociales que acarrearía.

Finalmente, se produjo la llamada "cuestión del sacristán". El Vicario de la Arquidiocesis de Santiago había ordenado en 1856, la separación