de algún maleficio en un challanco (vidrio mágico).
Para poder entrar a las casas, el brujo debe rezar tres credos al revés. Cada brujo cuida sólo de doce casas, a las que tiene libre acceso sólo los martes y viernes.
Puede quitar la razón a cualquiera persona mediante brevajes, o valiéndose de un aguja que ha hecho pasar por los ojos de una lagartija. Puede llevar por los aires a otra persona, pero sólo hasta una cuadra de distancia. Puede infestar con gérmenes de epidemias a la ropa dejada a secar en el patio.
Puede hablar con los muertos, para lo cual es preciso que lo exhuman y lleven al templo, donde lo sacan del ataúd, lo ponen de pie, azotan con varas de chaura y hacen quejarse. Acompañan cada latigazo con apóstrofes en que recuerdan al fallecido los malos actos de su vida o la causa del resentimiento que tiene con él el brujo. Esta profanación la realizan sólo por venganza.
Los brujos pueden transformarse en perros o gatos negros y en ciertas aves agoreras, como el coo, el deñi y otras. No emprenden el vuelo en persona, sino que lo hace su segundo yo, o áni-