a él le hizo la proposiciónn de que apostaran, lo que el rico cacique aceptó de inmediato. Pero le preguntó cuanto apostarían.
- Yo no tengo nada -le contestó el indiecito-, pero si pierdo pagaré con mi trabajo.
-Bien -dijo el cacique, yo apostaré tres vacas paridas con sus terneritos.
El indiecito le pidió entónces que indicara en qué consistiría la apuesta, y aquel le contestó:
- Me ha invitado a comer un amigo en su casa. Tu me deberás quitar la comida del plato sin tocarlo. Si lo consigues, te doy las vacas.
El muchacho aceptó y se fué.
Trepó entónces sobre el techo de la casa en que estaba invitado el cacique, esperó hasta ver donde se sentaba y abrió en seguida la totora del techo sobre aquel, sin que nadie lo observara.
Le sirvieron al rico un plato. Muy lleno estaba y sabroso parecía. Se aprestaban para saborear la comida, cuando el indiecito