Mito.
Mito que se refiere a las brujas y que lleva su nombre por el distintivo que se les atribuía de ser capaces de volar. Según la tradición de Chiloé, relatada por Francisco J. Cavada en su libro "Chiloé y los Chilotes", cuando la Voladora quiere emprender el vuelo, deja sus tripas en una paila. Cuéntase que una voló hasta las Huaytecas, a fin de llevarle algo a su marido, que era cortador de maderas. Mientras está desempeñando sus funciones, se le puede pedir algún servicio, pagándole por él alguna retribución; si no se cumple la misma, la bruja matará al interesado. A veces, ella anuncia también desgracias. Así, antes de un incendio habido en la iglesia de San Francisco de Castro, se habrían visto varias Voladoras posadas sobre la torre. Sus gritos son semejantes a una carcajada histérica y estridente. Sólo vuelan de noche. Una de sus principales funciones consiste en proporcionar noticias a los funcionarios que desempeñan sus funciones en la Casa Grande o cueva de Quicaví.
Otros informan que las funciones procedentes en realidad no
