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una sílaba de cierta expresión en varias notas sucesivas (vo-o-o-oy); y, el falso acento de una palabra por las exigencias e imposición de un tiempo fuerte en la música. De mas está advertir que a cada pié antecede un retornelo instrumental, de textura guitarrística, imitado en el conjunto instrumental.

En el momento en que los protagonistas salen a escena, se toman del brazo y andan cadenciosamente, presentando el número coreográfico del paseo. Y a la música instrumental les presta su concurso, pero, en el preciso instante en que irrumpe el canto, empieza el rito danzable, el cual termina inesperadamente a la voz de aro, pronunciando un descanso e interrupción general de algunos minutos. En este breve período donde se han querido imponer algunos pasos escobillados o cambios de cumplimientos que no han persistido. Completado este pié, se repite, por dos veces mas con la misma pareja y siempre suelta.

Ensalzando la coreografía aparecen dos complementos rituales: las huifas y el pial. Constituyen las primeras las exclamaciones rimadas de los "mirones" para animar a los danzantes con un reducido y banal vocabulario propio de un jaleo. El pial es una especie de "sketch" que hablan o entonan los ejecutantes, cantantes y danzantes como una "invitación al baile", emitida en pleno dialecto popular y coreado por risadas y exclamaciones de júbilo.

En el aspecto propiamente coreográfico la cueca elimina en lo posible el escobilleo de los pies, conservado tímidamente por la refalosa y la sajuriana; pero autoriza y ensalza el zapateo masculino (casi con pretenciones de solista), prudente y discretamente imitado por la compañera. El paso, precisamente considerado, participa de los golpes de talón y de punta con una cierta virtuosidad que ha ido extinguiéndose. El insistente cortejeo -él impetuoso y ella intencionada- no consulta vigorosos sacudimientos de cuerpo, meneos de cabeza, hombros, pecho y caderas. No son ostentosas las sacudidas, el meneo, las falsetas, los jiros locos, el trenzado, los remeneos, los destaques, los espasmos, etc.; pero sí, se evidencian los asedios, los taconeos, los avances y los recursos de esquiva actitud o de engaño, con una verdadera preocupación de garbo y majeza.

La acción propiamente corporal se complementa con el lenguaje del pañuelo: un verdadero símbolo en este baile, en un desenvolvimiento que implica todo un rito hermético y comunica al desarrollo de la accion buena parte de su