las influencias quechuas y mapuches se advierten en las lozas negras de Quinchamalí, fielmente acatadas por las manualidades criollas de esa región chillaneja.
Nuestras reservas naturales de sustancias plásticas son prácticamente inagotables y comprenden todas las arcillas, gredas y lozas desde el más puro caolín hasta los silicatos hidratados de alúmina más impuros. Cabe nombrar entre los más grandes los yacimientos de Arica, Cobija, San Pedro de Atacama, Almirante Latorre, Punitaqui, San Lorenzo de la Ligua, Limache, Montenegro, Tiltil, Ocoa, Rungue, Doñihue, San Javier de Loncomilla, Linares, Huerta del Maule, Río Claro (Rere) y Constitución que proveen escasamente las lejanas comarcas industriales; y, con la excepción de los alfares de Angol, Lota, Penco, Valdivia (Amargos), el resto de la gran provisión natural de barros útiles ha sido insistentemente desatendido.
Aunque