esta especialidad como una fugaz y preciosa adquisición de la artesanía nacional.
Eran los tiempos en que también dominaba el espectáculo de los títeres y del laboreo, y exorno de esas muñecas quedan aún primores en nuestros desvanes campesinos.
Aunque consideremos tan apreciadas labores con efecto retrospectivo, no nos será posible situar en Chile, como individuales capacidades, indicios de "vitreas sopladuras" o propósitos de fundir cristales, como los que heredaron los mexicanos de la Madre Patria, debiendo relegar íntegras tales facultades a la industria. Poco podemos apuntar, asimismo, en el ramo de la platería y los trabajos en nobles metales y piedras finas, exceptuando la gloriosa promoción de los trabajos jesuítas (artículos de culto) en Calera de Tango. Por lo que hace al hierro, la piedra y la madera, en su más alta concepción, nos vemos