vale la pena insistir en los cantos de irrisión que implican tartamudeos, remoquetes, ponderaciones, colmos, tan descalificados como la literaturas "non sancta" del presidio, el burdel y le taberna, ambientes excepcionales y celosos depositarios de matices y contrastes que acusan la más concentrada y castiza chilenidad. Como "exteriorizaciones" de los vicios y de las degeneradas tendencias pueden figurar las coplillas de las "remoliendas" y de las "huifas"; frecuentemente identificadas estas últimas con los gritos de la zamacueca. Las estrofas sarcásticas ocasionales que lanzan los "troveros" de la campiña en son de censura y reparo -al estilo de las "bombas" de los mexicanos- han tenido una ínfima repercusión en nuestros repertorios.
Párrafo exclusivo merecen las efusiones populares de los "cantos a lo humano", relacionados con la tendencia en cuestión. En impecables décimas aparecen modulando sus expresiones picarescas o de franca burla todos los improvisadores