Página:ECH 515 39 - Villancico, El.djvu/4

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espíritu.

La estructura métrica del villancico consta, predominantemente, de cinco cuartetas, octosílabas, la última de las cuales es una despedida o cogollo, siendo habitual la intercalación de un estribillo de dos, cuatro, o seis versos, penta, hexa, hepta, octo, o decasilábicos, sea después de los dos primeros versos y del final de cada estrofa, sea sólo en la segunda posición, resaltando en ambas por su condición reiterativa lírica. Observemos un ejemplo del primer tipo, no tan fácil de encontrar como el segundo.

Señora doña María
vengo toda avergonzada,

Estribillo
Que viva el Niño,
mi amado Dios.

A cantarle en mi guitarra
con mi voz desentonada,

Estribillo
Que viva el Niño,
mi amado Dios.

El planteamiento de caracterización musicológica referente a la tonada, tiene plena validez con respecto del villancico, quien junto con el esquinazo, los parabienes, el romance, el verso en ciertos casos, cuando posee pie rítmico, y la tonada propiamente dicha, constituye una verdadera familia musical, por razones de afinidad melódica, rítmica, armónica e interpretativa. La diferenciación de los componentes del grupo en referencia, se basa en la función específica que cada uno de ellos cumple en su núcleo social.

Los cánticos de Navidad se conservan en gran parte del territorio nacional, descollando su práctica en las poblaciones de los oasis de la provincia de Antofagasta, en el interior de los valles de la provincia de Coquimbo, en las pequeñas localidades rurales de las provincias de Aconcagua, Valparaíso, O'Higgins, Colchagua, Curicó, Talca y Maule. En el resto de las regiones sureñas decrece considerablemente, para rebrotar con fuerte religiosidad en las islas de Chiloé. En todos estos lugares se interpretan como complemento de celebración, al término de la pertinente Novena el día de conmemoración del nacimiento de Cristo, en unión de otros cantos y danzas folklóricas, tanto en el atrio o interior de los templos, como