alternancia de ambas manos para guardarlas y lanzarlas, concuerda con lo expresado para la última fase de la primera modalidad de la payaya.
Esta especie folklórica, es cultivada de preferencia por niñas de siete a quince años de edad, haciendo alarde de paciencia y destreza propiamente femeninas. Su dispersión es nacional, observándose que, desde la provincia de Cautín al sur, su denominación predominante y única en ciertas localidades rurales, en particular de Llanquihue y de Chiloé, es las piedrecitas (V), así se practique con estos objetos, con semillas, o con las tantas veces citadas bolitas, por cuanto aquéllas son las de más frecuente uso.
Este tipo de juego infantil, considerado de un modo genérico, abarca un tiempo y un espacio de gran extensión en el folklore nacional. En Chile, pese a tener influjos