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Página:Eckermann - Conversaciones con Goethe - Tomo III (1920).pdf/20

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ría para calmarlos. Riemer leyó una colección de canciones, cuya prohibición fué el motivo o el pretexto de la revuelta. Todas estas canciones fue- ron calurosamente aplaudidas, especialmente por el talento que én ellas se advertía; el mismo Goe- the las encontró buenas y prometió prestármelas para leerlas con calma.

Luego que estuvimos un rato contemplando gra- bados en cobre y libros de lujo, Goethe nos propor- cionó el goce de leernos la poesía Caronte. Me maravilló la manera clara, precisa y enérgica con que leyó Goethe los versos. Nunca he oído una de- clamación tan bella. ¡Qué fuego! ¡Qué miradas! ¡Y qué voz que tronaba de pronto y luego volvía a ser suave y dulce! Quizás en algunos pasajes la leyó con demasiada fuerza, para el pequeño local en que nos encontrábamos; pero nada encontré en su dic- ción que me desagradara.

A continuación, Goethe habló de literatura y de sus obras, así como de madame de Stäel y de sus amigos. Goethe se ocupa ahora en la traduc- ción y compilación de los fragmentos del Faeton- te, de Eurípides. Este trabajo lo había empezado ya hace un año, y estos días ha vuelto a dedi- carse a él.


Jueves 5 de diciembre de 1822. *

Esta noche, en casa de Goethe, oí el ensayo del primer acto de una ópera que estaba componién- dose: El conde de Gleichen, de Eberwein. Desde Bees de Caña