en el poema una escena nocturna, que podía haber ocurrido después de una de aquellas osadas cace- rías por la montaña. Al pie de una roca habíamos construído pequeñas cabañas, cubiertas con ramas de abetos, para dormir en ellas sobre el suelo seco. Ante das cabañas ardían varias hogueras, y en ellas asábamos los productos de la caza. Knebel, que ya entonces era incansable de la pipa, era el que estaba más próximo al fuego y entretenía a la sociedad con sus secas bromas mientras la botella de vino pasaba de mano en mano. Seckendorf, con su esbeltez y sus ágiles miembros, se había tendido cómodamente al pie de un árbol y murmuraba cosas poéticas. A un lado, en una cabaña semejante, el gran duque dormía profundamente. Yo estaba sentado ante ella, cerca del fuego, sumergido en hondos pensa- mientos y sintiendo remordimientos por el daño que mis escritos había podido producir. Aun hoy me parece que Knebel y Seckendorf no están mal descritos y tampoco está mal caracterizado el ím- petu juvenil del príncipe a los veinte años:
"La inquietud le atrae a distancia: no hay para él roca demasiado aguda ni sendero demasiado La desgracia le acecha y le empuja en brazos del sufrimiento. Luego, el impulso doloroso exaltado le lleva violentamente tan pronto aquí como allí, y del movimiento exaltado descansa intranquilo. Violento y duro en el día gozoso, exaltado sin alegría, [estrecho. duerme herido y magullado en el alma y el cuerpo, sobre una cama dura." Big Macias de spo