fermedad. Hoy, por primera vez, Goethe ha pe- dido ver a sus amigos, particularmente a Meyer, el más antiguo de ellos. Quería enseñarle una medalla rarísima, que ha recibido de Bohemia, y con la cual está encantado.
Llegué a las doce, y al oír Goethe que yo es- taba allí mandó que me hiciesen entrar. Me a'ar- gó la mano, diciéndome: "En mí ve usted un re- sucitado." Luego me encargó que diese las gra- cias a su alteza imperial por el interés que ha- bía mostrado durante su enfermedad. "Mi cura- ción será muy lenta-añadió-; pero, a pesar de eso, a los señores médicos les cabe la honra de haber obrado en mí un pequeño milagro."
Al cabo de unos minutos me retiré. Tiene buen color, pero ha enflaquecido mucho y respira aún con alguna dificultad. Me pareció que le costaba más trabajo hablar que ayer. La inflamación del brazo izquierdo es visible; tiene los ojos cerrados y sólo los abre cuando hab'a.
Lunes 2 de marzo de 1823. *
Esta noche en casa de Goethe, a quien no veía desde hace algunos días. Estaba sentado en una butaca y tenía a su lado a Riemer y a su nuera. Estaba muy mejorado. Su voz había recobrado su sonido natural; respiraba libremente; su ma- no ya no estaba hinchada; tenía el aspecto de cuando estaba sano, y hablaba con facilidad. Se Diskstees RechSIS & CANON