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Página:Eckermann - Conversaciones con Goethe - Tomo III (1920).pdf/312

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profundos repliegues de mi alma y perseguir la más mínima arruga de su rostro. Y mientras tra- tan de conocerme así, destruyen todo equilibrio entre nosotros, porque me impiden resarcirme, conociéndolo a mi vez. Pues, ¿qué puedo sacar de un hombre cuyos ojos no veo mientras su boca habla, y los reflejos de cuya alma aparecen ve- lados por un par de vidrios que me deslumbran?"

"Alguien ha observado-repliqué que el gas- tar anteojos envanece a los hombres, porque los anteojos los elevan a un grado de perfección física que excede con mucho a la capacidad de su naturaleza, y acaba por deslizarse en ellos el error de que esta elevación artificiosa es resulta- do de sus propias fuerzas."

"La observación es muy ingeniosa-replicó Goe- the, y parece provenir de un naturalista. Pero si se la considera detenidamente no es sosteni- ble. Pues si fuera cierta, los ciegos deberían ser todos gente humilde, y, en cambio, vanidosos los que tuvieran buena vista, Mas no ocurre eso, sino que más bien se observa que los hombres bien do- tados espiritual y corporalmente son, en gene- ral, los más modestos, mientras que los que tie- nen algún defecto espiritual suelen ser más bien vanidosos. No parece sino que la previsora Na- turaleza ha dado la vanidad y presunción, como compensación, a los que no están bien dotados.

"Por lo demás, vanidad y modestia son cuali- dades morales de naturaleza tan espiritual, que poco tienen que ver con el cuerpo. La vanidad se Comes Nexis Capri