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LXXXIV

Al lado de esa chusma despreciable
que cáusa repulsion al que la observa,
y que en los bailes de teátro es dable
forme numerosísima caterva,—
hay almas cuya ïndole tratable
no es tan bestial, grosera, ni proterva;
y aunque se junten en péle-méle, la vista
ménos despierta no errará su pista.

LXXXV

Muchachas que abandonan su familia—
niñas aún—por el amante jóven,
soñando en melancólica vijília
otros galanes que de aquél las roben;
y cuyo tierno amor no se concilia
con la virtud, por más que las arroben,
chocando en un oído poco cuerdo,
los místicos eflúvios del recuerdo.

LXXX

Toda estranjera chusma las desprecia,
las mira con desden y con encono,
porque con fatuidad estulta y necia
no saben darse lo que llaman tono.
Ninguna de ellas, además, se precia
de bailar los cancanes como un mono,
haciendo mil piruetas degradantes
para atraër las turbas inconstantes.