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Página:El Anacronópete - Viaje á China-Metempsícosis (1887).pdf/13

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el anacronópete

amanecer por la impaciente multitud que, no contando con billete para la conferencia que en el salón de festejos del palacio debía celebrarse á las diez de la mañana, se contentaba con presenciar la segunda parte, mediante el valor de la entrada, en el area de la Exposición. Los que ya no tuvieron acceso á ella, asaltaron los puentes y las avenidas. Los más perezosos ó menos afortunados se vieron reducidos á diseminarse por las alturas de Montmartre, los campanarios de las iglesias, las colinas del Bosque y las prominencias de los Parques. Tejados, obeliscos, columnas, arcos conmemorativos, observatorios, pozos artesianos, cúpulas, pararrayos, cuanto ofrecía una elevación había sido adquirido á la puja; y los almacenes quedaron exhaustos de paraguas, sombrillas, sombreros de paja, abanicos y bebidas refrigerantes para combatir al sol.

¿Qué ocurría en Paris? Hay que ser justos. Ese pueblo que así se admira á sí propio colocando sus medianías sobre pedestales para que el mundo los tome por genios, como se divierte consigo mismo caricaturándose en sus infinitos ratos de ocio, se conmovía esta vez con sobrada razón. La ciencia acababa de dar un paso que iba á cambiar radicalmente la manera de ser de la humanidad. Un nombre, hasta entonces oscuro y español por añadidura, venía á borrar con los fulgores de su brillantez el recuerdo de las primeras eminencias del mundo sabio. Y en efecto. ¿Qué había hecho Fulton? Aplicar á la locomoción marítima los experimentos de Wat ó de Papin á fin de que los buques caminasen con mayor rapidez venciendo más facilmente la resistencia de las olas con su fuerza impulsiva; pero salir en lunes de un puerto para llegar en martes á otro en que antes, á la vela y viento en popa, no hubiera sido posible fondear hasta el sábado, no puede decirse que fuera ganar tiempo sino perder menos á lo sumo. Stephenson, inventando la locomotora, le hacía devorar espacio sobre dos nervios de