Ir al contenido

Página:El Anacronópete - Viaje á China-Metempsícosis (1887).pdf/219

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
215
el anacronópete

medio de sus derrotas del indisputable derecho que la asiste á la vida, y provoca crisis tan rápidas y absolutas como la que á nuestras simpáticas viajeras devolvió el uso de sus facultades.

Abrazado que se hubieron como hacían después de haber corrido algún gran peligro, por cuya razón paréceme que si no los deseaban tampoco los temían, nadie pensó sino en la felicidad que al regreso les esperaba.

—¡Ah!—decía Juanita.—Cuando yo vuelva á oir pregonar por Madrid la Correspondencia...

—Nada, nada: cada oveja con zu pareja. Uzté, capitán, con la ceñorita; don Pichichi con la emperatriz y yo con la doncella (perdonando el modo de ceñalar)—con lo que se refería á un cariñoso golpe que le había dado en la espalda á la de Pinto—noz vamos á la parroquia, noz echa el cura el garabato y á vivir.

—A este paso no tardaremos en llegar—adujo Luís. Entonces fué cuando el políglota fijó mientes en la vertiginosa rapidez que llevaban; pero ignorando si la imprudencia estaba de su parte, se calló limitándose á consultar los relojes que con gran asombro suyo encontró desmontados y con las manillas fijas en el año 3308, época del Diluvio que habían traspuesto hacía seis horas.

—¿Qué es esto?—se preguntó alarmado. Y abriendo uno de los discos del laboratorio, trató de reconocer la posición. Aquello era horrible; las alternativas de luz y sombra se sucedían como las vibraciones de un timbre eléctrico en que la transición del sonido al silencio no deja espacio perceptible. De vez en cuando el Anacronópete suspendía su marcha; diríase que se procuraba algún reposo, tras del cual, nuevo Judío Errante, emprendía su curso como si una voz oculta le gritase: «Anda.» Aprovechando estos fenómenos, para él incomprensibles, Benjamín con la vista clavada en el telescopio asistía al desfile de la descomposición