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Página:El Anacronópete - Viaje á China-Metempsícosis (1887).pdf/22

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enrique gaspar

qué se compone este. Procedamos con orden. Dios hizo el cielo y la tierra: aquel oscuro; esta en la forma caótica. Después dijo:—«Sea hecha la luz»—y la luz quedó hecha. Tenemos pues al Sol flotando en la bóveda celeste y al orbe suspendido en el espacio por la atracción solar.

Cualquiera sabe, desde que Galileo demostró el principio de la rotación de la esfera, que el mundo se mueve; pero lo que no ha dicho la ciencia todavía, es por qué la tierra al girar verifica su movimiento de occidente á oriente en vez de hacerlo á la inversa; y esto es lo que yo voy á exponer como base de mi sistema anacronopético.

El auditorio dejó escapar un murmullo de satisfacción, y el sabio continuó de este modo su conferencia:

—La Tierra en un principio estaba sumida en el caos; era una inmensa bola de fuego que, como todo cuerpo incandescente, exhalaba esos vapores que conocemos con el nombre de irradiación. Fija en su eje, pues como obra acabada de crear no había empezado aún las revoluciones que el Hacedor le impuso, su calor era infinitamente más intenso por Oriente en virtud de la influencia del sol que constantemente la estaba bañando por aquella parte. Los que hayan visto fundirse en una marmita sustancias bituminosas habrán observado la enorme cantidad de vapor que se desprende de ellas. Figúrese por lo tanto el que despediría la fusión de un esferóide cuyo volumen es de mil setenta y nueve millones de miriámetros cúbicos. El más lego concibe que semejantes evaporaciones no podían tener lugar sin que cada desprendimiento fuese acompañado de un estampido y de una convulsión. Ahora bien, si al dispararse un cañonazo, la repercusión hace que el cañón retroceda, cada descarga de la irradiación debía llevar consigo dislocaciones en la esfera terráquea. Y como las descargas se repetían con más frecuencia é intensidad por la parte Oriente del