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Página:El Anacronópete - Viaje á China-Metempsícosis (1887).pdf/331

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viaje á china

té. Recibido en las fábricas, todavía fresco, se escogen sus infinitas variedades; sométesele á la acción del fuego en unas colosales cacerolas, como las perolas de hilar la seda, y agitándolo constantemente, espérase á que las hojas queden contraídas por la torrefacción. El que posee aroma propio no sufre nuevas operaciones; al inodoro se le perfuma después con unas fumigaciones de azahar, de jazmín y otras olorosas flores, y encerrado en cajas de plomo, recubiertas de otra de madera, se le exporta. El verde procede de unas hojas superiosísimas, que se tuestan muy poco; pero como la cosecha es escasa y el consumo en Europa grande, se le falsifica como los vinos de Lebrija, las Cabezas, Valencia y Cataluña, que tomamos por Jerez y Burdeos. Los ácidos son la base de aquella mistificación, contra la que hay que ponerse en guardia.

El espíritu de especulación lleva tan lejos á los chinos, que los agentes de las casas europeas necesitan ojos de Argos para no caer en las mil y una añagazas que les tienden los celestiales. La prueba del té destinado á la exportación, es muy curiosa. Tómanse unos puñados de diversas calidades extraídos de cualquiera caja al azar; colócanlos en unas cubetas bañadas de luz zenital, que penetra por un enorme embudo de madera fijado en la ventana donde se apoya el mostrador. Pésase un tael (próximamente una onza) de cada montón, y se deposita en tantas teteras como especies han de analizarse, y que, numeradas como las tazas que tienen delante, corresponden á las cubetas. Échase encima el agua hirviendo, y transcurridos los cinco minutos que marca un diminuto reloj de arena, viértese el licor en los pocillos y los residuos pasan al mostrador junto con el puñado correspondiente. Entonces se escudriña con minuciosidad la diferencia entre el cha en crudo y el poso de la infusión. El color acusa la frescura de la hoja. Si esta, al desrizarse queda entera, es prueba de que no se la ha hecho