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Cubrir de una cerca el pié.
Y la brisa dulcemente
Oiré al redor murmurar,
Cuando con soplo indolente
A halagar venga mi frente
Con sus alas al pasar.
Que entonces ¡ay! ageno de pesares,
Sin inquietud ni duelo el corazon,
Exhalaré al calor de mis hogares
El fuego de mi ardiente inspiracion.
¡Oh! plegue á Dios que con tenaz mirada
Un dia registrando el horizonte,
Por el ardiente sol iluminada
Brotar vea una nube, luego un monte;
Y tras él otros cien apareciendo,
Al contemplarlos yo de asombro mudo,
Suspire de las olas al estruendo:
¡Montañas de mi patria, yo os saludo!
Pablo Saez.
