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ser un lugar espacioso, de poca elevacion y seguro por estar murallado, dan á este sitio la preferencia; reuniéndose en él una especie de tribunal, que juzga la bondad de los caballos y se encarga de aplaudir á los bonitos y ligeros, y silbar estrepitosamente á los flacos y pesados; llamándoles chalungos, chongos, chacuecos, sancochaos y otros mil adjetivos que tienen los inteligentes, uniéndolos á las frases mas chistosas y oportunas.

Este bullicioso y alegre cuadro es el que presenta la ciudad de S. Juan B. de Puerto Rico las cuatro noches de la víspera y dias de S. Juan y S. Pedro hasta las doce; á cuya hora una banda de música militar ejecuta varias piezas en la plaza de armas, rodeada de todos los corredores, que de allí van á descansar sus doloridas y magulladas humanidades.

Los que tienen la costumbre de llamar barbaridad á todo lo que no sucede donde nacieron, dirán que lo es el correr tantas horas seguidas, de noche y en varias direcciones por las calles de una ciudad: mas esto que á primera vista no tiene réplica, es un reparo que causaria risa á mas de un corredor; porque la claridad del alumbrado, la anchura, rectitud, limpieza y hermoso empedrado de las calles, la bondad de los caballos, y sobre todo la suma destreza de los naturales, hacen ilusorios los riesgos que en otro pais serían inevitables.

No se crea que hablo apasionadamente cuando coloco entre las causas que pueden impedir desgracias en estas corridas la destreza de mis paisanos: véase lo que dice