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―Como nada se oculta, hija mia, á un padre tan celoso como el tuyo por el bienestar de su hija, he sabido desde su principio tus relaciones con D. Luis Herrera, y despues de haber tomado de las personas respetables á quienes trata los informes de todas clases que me han parecido conducentes, y que en obsequio suyo debo decir han sido los mas satisfactorios y que le hacen por consiguiente digno de ti, he manifestado ignorar que te obsequiaba, con el objeto de ver si era un mero capricho de poca duracion, que no trajese compromiso de ninguna clase. Pero han transcurrido ya dos meses, y suponiendo como debo que solo le has admitido segura de que abriga las mas nobles intenciones, creo que es ya tiempo de que nos dé parte de ellas á tu madre y á mí, y se haga esto un negocio de familia. Basta que haya sabido conquistarse tu cariño, y que como he dicho sea digno de ti, para que consintamos gustosos en que seas feliz con él, si tal es tu voluntad.

Imposible sería pintar las diversas emociones que sintió Anita oyendo hablar á su padre. Fué su primera idea que iba á mandarla que olvidase á su amante, por lo que con la rapidez del rayo se sucedieron en su imaginacion multitud de ideas de desconsuelo; pero así que vió que le hablaba en un sentido contrario al que se imaginaba, se ensanchó su corazon, y apenas hubo concluido de oirle, se echó en sus brazos esclamando:

―¡O Dios mio cuánto tengo que agradeceros por haberme dado el mejor de los padres! y dirigiéndose á este