un rasgo nobilísimo que tuvo Cisneros algunos dias después, pues muerto el Arcediano de Guadalajara, hermano del Duque, nombró á un hijo de éste, joven de discrecion y virtud, para que lo reemplazase.
Muchos comprendían, y habia entre ellos amigos del Duque, que acaso Cisneros se conducia de esta manera para ser más duro en el castigo del ultraje recibido, que conocía ya toda España. El Condestable de Castilla, que era amigo del Duque del Infantado, y que temia un acto de severidad por parte de Cisneros, quiso mediar entre ambos. Aveníase el Duque á todo acomodamiento, y Cisneros prometió perdonarle como diese una satisfacción pública y solemne por lo que habia hecho. Cediendo á los ruegos del Condestable, les dió el Prelado una cita para el pueblo de Fuencarral, en donde les invitó á comer, y por cierto que, faltando á la hora convenida, lo hizo acompañado sólo del Obispo de Avila, del Adelantado de Cazorla y de alguna gente de su casa. Una hora después de comer, el Condestable y el Duque llegaron, seguidos de un solo criado, y Cisneros, para quien siempre tuvo su valor el tiempo, entró desde luego en materia. El arrebatado Duque no pudo oirle con paciencia á pesar de sus propósitos, é interrumpiéndole con ira, le dijo: miéntras yo observe la religion y obedezca al Rey, á nadie más tengo que darle cuenta de mis acciones.
Yo, Sr. Mendoza, —replicó ásperamente el Cardenal, cuando ántes le hablaba con dulzura,— tengo poder para castigaros como Inquisidor, si faltáis á la Religión, y como Regente si no obedecéis al Rey. Intervino á tiempo el Condestable, increpó al Duque, suavizó al Cardenal, y al fin, movido el del Infantado por las palabras y razonamientos de éste, quiso pedirle perdón de rodillas, á lo cual se opuso, y lo recibió en sus brazos, dícíéndole con ternura: Si yo no os amase, ¿usaria de estos respetos como lo hago?
Más grave y de más terribles consecuencias fué el caso del Conde de Ureña, enemigo encarnizado del Cardenal desde que éste se opuso enérgicamente á que su hijo D. Pedro Girón se apoderase por fuerza del Ducado de Medinasidonia. Padre é hijo habían promovido la liga de Guadalajara, y el Conde procedía sin respeto alguno al Cardenal y menospreciando á los Comisarios Reales y á los Oficiales de justicia. Disimulaba Cisneros al parecer estos desacatos, porque teniendo pendientes cuestiones con los Duques del Infantado y de Alba, procedía diestramente al combatir uno á uno á