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Página:El Cardenal Cisneros (11).djvu/25

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menudamente de este pleito y en justificacion de su conducta, no dejando muy bien parado al Conde de Ureña.

Y ya no se contentaban algunos Grandes con quejarse al Rey, sino que muchos de ellos tocaban á rebato para levantarse en rebelión. Adelantábase á Valladolid el inquieto Obispo de Zamora para aumentar las fuerzas rebeldes; toda la nobleza se movia, y los culpados se burlaban á la vez del Comisario Sarmiento, que los iba á sitiar, y del Regente del Reino, cuya figura, revestida de hábitos pontificales, paseaban irrisoriamente por las calles. Entre tanto, llegó Sarmiento y puso sitio formal á la villa, de modo que los Nobles comprometidos hubieran caido en su poder, si en la extremidad á que se veian reducidos no hubieran apelado al heroismo de la desesperación para abrirse paso con sus espadas, y salvarse. Sarmiento entró sin resistencia en Villafrades. Arruinadas hasta sus cimientos fueron las murallas: por sus cuatro costados se puso fuego á la villa, y hasta en dia de fiesta, como nunca se habia hecho, se ejecutaron las sentencias que se dieron contra los partidarios de Girón y demás Nobles, á quienes tambien se pregonó como reos de lesa Majestad para que fuesen habidos.

Aquí se enterró para siempre el poder feudal de la nobleza. Ya desde entónces no se atrevieron á pasar á vias de hecho contra el Cardenal. El Condestable, el Duque del Infantado, el Almirante de Castilla, le escribieren cartas de sumision y pedian misericordia para la casa de Ureña. En vano buscó tropas en muchas partes: nadie quiso alistarse bajo sus pendones. No cabia más esperanza que lo que resultase de la apelación á Flándes, esto es, la gracia del Soberano. Alli se confirmó cuanto Cisneros habia hecho; se declaró traidores al Conde de Ureña y á sus hijos, si no se entregaban en las cárceles de Valladolid; nadie más intercedió por ellos, y entónces el Cardenal, dominadas todas las resistencias, viendo á sus pies al domado Conde y á los demás Señores, los perdonó generosamente y acudió al Rey para que su generosidad borrase la pasada afrenta. Tenia Cisneros poder amplio para perdonarles; pero para tenerlos seguros durante su Regencia contra nuevas maquinaciones, les hizo creer que debian esperar el perdón de Flándes.

Sin esta dura y sangrienta ejemplariedad con la casa de Ureña acaso la de Alba habria tenido que sufrir otra no ménos terrible. El priorato de San Juan habia sido adjudicado legítimamente por