al "Ramsés": La eterna belleza de la puesta de sol egipcia sobre el Nilo, románticamente seductor, absorbe, subyuga, domina: Imposible pensar, ni sentir, ni querer: Suave anonadamiento, íntima y profunda liberación del yo accidental, pasajero; insensible cuanto segura captación de la vida por la hermosura natural: Sólo hay fuerzas para mirar y mirar, para bañar los ojos en luz, para inundar el ser en color y en matices de suavidad ideal.
A las 7 y 30 llaman los timbales a cenar. A las nueve, partimos en coche a ver de nuevo, a Karnack bajo la luz de la luna, imponente, inolvidable espectáculo mágicamente evocador. A las 10 y 30 a dormir sin sueños ni ensueños, saciada de vida, saciada de luz, saciada de sensación.
Recordé al siguiente día, sin rastros de cansancio, después de disfrutar del reparador descanso no interrumpido ni por el más leve murmullo a borde de los buques turistas, donde, por reglamento, salvo las noches en que se baila, las luces y todo ruido, se apaga a las 11 a. m.
Mi guía árabe reservábame una sorpresa: Una planta de "loto", de esa especie de lirio, característico de las márgenes del Nilo, que tiene por raíz una cebolla comestible y produce semilla nutritiva con la cual se hace pan: De ahí que los griegos apellidaran a los egipcios "lotófagos". Homero cuenta que los compañeros de Ulises hallaron la planta tan exquisita que renunciaron a volver a embarcarse para poderla comer a saciedad. Quizás apreciaron la virtud embriagadora de esta maravillosa raíz celebrada con el nombre de "flor del olvido", "el olvido, ese beneficio de los dioses”. Por otra parte, el loto fué considerado en la antigüedad como "el principio mismo de los seres": En el Budismo, las divinidades son re presentadas saliendo de una cebolla sagrada, es decir, del loto, germen divino.