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Biblioteca del Congreso Nacional de Chile — 36
una nueva nación ¿con cuántos mayores motivos debe despedazarse la restante que ata las demás regiones del Nuevo Mundo a los cetros del Continente Europeo?” [1].

En la carta enviada a Juan Mackenna en 1811, escribe:


“La revolución de... [2] último me encontró como subdelegado de la Isla de la Laja, cargo para el cual había sido elegido por sus habitantes, porque yo jamás quise ni pude aceptar empleo alguno del gobierno español” [3].


Por su parte, en su Carta a los españoles-americanos, de alrededor de 1791, Francisco de Miranda había expresado este sentimiento de un modo ponderado:


“En fin, bajo cualquier aspecto que sea considerada nuestra dependencia de España, se v erá que todos nuestros deberes nos obligan a ter minarla. Lo debemos por reconocimiento a nuestros antepasados que no prodigaron su sangre y sus sudores para que el escenario de su gloria o de sus trabajos deviniera en éste de nuestra miserable ser vidumbre. Lo debemos a nosotros mismos por la obligación indispensable de conser var los derechos naturales recibidos de nuestro creador, derechos preciosos que nosotros no somos los dueños de alienar y que no nos pueden ser arrebatados sin crimen bajo cualquier pretexto que sea. ¿Puede el hombre renunciar a su razón, o puede ella serle ar rancada por la fuerza? Ahora bien, la libertad personal no le pertenece menos esencialmente que la razón. El libre disfrute de estos mismos derechos es la herencia inestimable que nosotros debemos transmitir a nuestra posteridad” [4].


En otra oportunidad Miranda fue más duro: “Aquel gobierno malvado, celoso y exclusivista, que vigilaba sus colonias como un tirano asiático vigila su serrallo” [5].

El mismo Bernardo O’Higgins se referiría en 1838, a “la corrupción y la ignorancia engendrada durante tres siglos por la mala administración de un Gobierno corrompido e ignorante” [6].

Como se verá más adelante, este rasgo llegaría a ser “un aspecto particularmente importante de la mística revolucionaria” [7]. Derechos naturales alienados; falta de libertad en todas sus formas; gobierno arbitrario, venal y corrupto; leyes dañosas y oscuras; conquista cruel y sanguinaria; explotación económica. Con estas expresiones era descrita la “miserable ser vidumbre” —según las palabras de

  1. de la Cruz, op. cit., Tomo I, p. 31.
  2. En blanco en la copia de John Thomas. Cor responde a la revolución de 1810.
  3. Archivo Nacional. op. cit., Tomo I, p. 65.
  4. Miranda, Francisco. “Carta a los españoles-americanos”. En Archivo del General Miranda. Negociaciones 1770-1810, T. XV, pp. 322-342 (en francés). Tipografía Americana, Caracas, 1938. p. 339.
  5. Collier, Simon. Op. cit., p. 184.
  6. Ibíd. p. 185 . En inglés a un corresponsal no identificado (3 de mayo de 1838).
  7. Ibíd. p. 181.