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Biblioteca del Congreso Nacional de Chile — 39

evidente que la opción libertaria debía ser manifestada con cautela, incluso en el club revolucionario de Concepción, aún después de haber ter minado de funcionar el primer Congreso Nacional de 1811.

En el grupo de la casa de Juan Antonio Prieto, hubo dos excepciones a la regla de cautela. Dos integrantes que O’Higgins denominó en su carta a Juan Mackenna sus “decididos discípulos”: fray Rosauro Acuña y Pedro Ramón Arriagada.

Que ellos también defendían la separación de Chile del imperio español, quedó públicamente en evidencia con las denuncias del Gobernador García Carrasco que ordenó sus detenciones. Fueron juzgados, a fines de 1809, por defender en distintos lugares públicos de Chillán que “lo que conv enía era que los habitantes todos a una tratasen de ser independientes de todas las naciones y sacudir el yugo español, haciéndose republicanos; que este reino no necesitaba de rey...” [1]. Ambos fueron detenidos y liberados. Rosauro Acuña, que continuó siendo vigilado, fue nuevamente apresado y enviado temporalmente a los calabozos del Perú. Mariano Osorio, en 1814, fue desterrado al archipiélago Juan Fernández donde, presumiblemente, falleció [2].

O’Higgins tuvo que esperar hasta después de Chacabuco y de Maipú para que su idea libertaria log rara su consagración definitiva, primero con la proclamación de la independencia de Chile, fechada en Concepción el 1º de enero de 1818, y luego con la creación de la nacionalidad chilena, el 3 de junio del mismo año, adelantándose a los otros países de América de habla hispana.

La creación de la nacionalidad chilena, por Decreto de O’Higgins, es una de las máximas expresiones de la independencia del país. Está claramente emparentada con la noción de identidad hispanoamericana defendida por Miranda. Ambas no discriminan entre los nacidos en el territorio a que se refieren, trátese de “indios”, mestizos o criollos.


El republicanismo

En su carta de respuesta a Miguel Luis Amunátegui Reyes, quien le había solicitado infor mación al general José María de la Cruz [3] sobre diversos aspectos relacionados con Bernardo O’Higgins, el general se refirió a sus “principios políticos” diciendo:


“Estos eran republicanos democráticos pero de aquella democracia que no pretende someter al común del pueblo el ejercicio de la administración pública. En medio de esos principios democráticos, creía que ese ejercicio sólo era inherente de la parte del pueblo sensata e independiente para juzgar” [4].



  1. Amunátegui Aldunate, Miguel Luis. “Los precursores de la independencia de Chile”. Imprenta, Litografía y Encuadernación Barcelona, Santiago de Chile, 1909, Tomo III, p.513.
  2. Pedrero, op. cit., pp. 317 -318.
  3. El General José María de la Cruz era hijo del tertuliano del club revolucionario de Concepción, don Luis de la Cruz. Contó con la confianza y la estimación de O’Higgins, a cuyo lado estuvo repetidas veces en campos de batalla.
  4. Amunátegui Reyes, Miguel Luis. Don Ber nardo O’Higgins. Juzgado por algunos de sus contemporáneos, según documentos inéditos. Imprenta Universitaria, Santiago de Chile, 1917, pp. 68 -69.