vida, dársela a otros objetos, seguramente por el temor de desaparecer completamente. Los libros tienen el sentido de almacenar vida, de salvar vida, el deseo de quedarnos en las páginas hacia el infinito.
Ahora al domador le sucedía, como a los padres que tienen hijos que no dan resultado en el hogar: el desconsuelo de un hijo que no atina con las necedades sociales, y que se corta conveniencias, presumiendo de absoluta libertad.
El domador tenía en su mano escueta, el libro de los secretos de agricultura, casa de campo y pastorial; traducido de la lengua catalana en castellano, por Fray Miguel Agustín. Prior del Templo de la filelissima Villa de Perpiñán, del orden, y religión de San Juan de Jerusalén, del libro que el mismo autor sacó a la luz el año de 1717. Y ahora con adición del quinto libro, y otras curiosidades; y un Vocabulario de seis lenguas, para declaración de los vocablos de dicho libro; y al fin de él se hallarán las materias de que el autor trata, con una rueda perpetua para conocer los años baundantes, o estériles.
Nada menos que Fray Miguel Agustín se había ocupado de las pulgas, cuando decía en