hace mucho tiempo se vienen perdonando los crímenes pasionales, y son simple pretexto para matar y salir perdonados. Y enseñó una lista de toda la gente del barrio que nunca había tenido nada que ver con la mujer del pecado.
Las pulgas del jurado se retiraron, como hacen siempre, a deliberar, uno del jurado dijo: "no nos dejemos engañar por la palabra simple y desde luego convincente del zapatero"; todos dijeron: "no nos dejemos engañar".
La pulga zapatero como los círculos de la piedra caída en el agua fué perdiendo sus pensamientos de rebelión. ¿Cómo lo juzgaba a él una gente que tal vez no había sido engañada, o que por lo menos no lo sabía? El, cuando blandió el martillo, estaba ciego. Los del jurado tranquilamente almorzados. Eso era la venganza social que él había leído, la venganza a sangre fría El mismo en un caso igual volvería a matar, aquello entonces tampoco servía de escarmiento.
Pero los pensamientos se fueron perdiendo en la Isla Presidio. No podía hablar porque en la dirección los pulgones oficiales lo oían todo: ya casi no comía porque no daban de comer; y se fue apagando el hombre; y queda-