Página:El Domador de Pulgas.djvu/49

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visos de sublime misticismo. El filósofo atribuía muchos de los vicios en la misma rama, al miedo infundido por los padres en las pulguitas jóvenes a las pulgas machos, por lo menos hasta que no llegara el santo matrimonio. El matrimonio era una legalización eclesiástica, de los actos sensuales en las pulgas, de allí resultaba una unión, que al tener hijos, se llamaba la familia, la cual en miles de ocasiones era una cosa desastrosa, pero que se sostenía entre las pulgas, por algo que llamaban el nombre de los hijos, en tanto las pulgas hogareñas, hogares también llamaban esa unión, se tiraban los platos.

La pulga madre tenía que sufrir con resignación, mientras que toda su lucha se concretaba a mantener cerca de ella a la pulga marido, el cual se iba con otras pulgas malas. La pulga padre no menguaba en su honor, antes bien, se llegaba a tener según la clase de conquista, la admiración del mundo de las pulgas. Hasta la pulguita esposa si su marido había hecho una buena conquista, dentro de sus celos, se enorgullecía de aquel don Juan que era su marido.

Fue desagradable lo que le sucedió a unas pulgas maridos, que mientras ellos andaban

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