lusión! Las pulgas empezaban hacia los caminos raros, por tomar unas agüitas claras, que cuanto más débiles eran de ingredientes, mayor poder curativo tenían. ¡Ah! pero dedicarse a la brujería hacerle caso a unas pulgas, de pelo sin peine, de casuchas oscuras, de fogón y de lechuza. Una bruja tenía un esqueleto, que había sacado del cementerio con sus propias manos, y sobre la calavera se paraba un cuervo, siempre salvaje y de pésimo carácter.
Las pulgas más elegantes, iban a esos ranchos en busca de consejos y consuelo, de allí salían con brebajes para darles a las pulgas que amaban. Con raspaduras de cuernos, de animales amantes, y secciones disecadas, de animales amantísimos, decían que se conseguía el re torno de los amores perdidos. Generalmente se necesitaban tres pelos de la pulga infiel; lo cual traía complicaciones cuando la pulga era calva; sin embargo, este caso, era extraño, las pulgas muy calvas, no despertaban amor ni celos.
Las historias de la brujería eran múltiples: una señora pulga, de lo que puede llamarse de buena sociedad, llegó donde una pulga bruja, con la panza muy grande y moviéndosele, la pulga bruja tenía algo de comadre y le sacó,