al poner un pie en escena, creía que todo tenía que decirlo en una forma trascendental, y el resultado era, un teatro con visos de superioridad fastidiosísima. Eso le venía a las pulgas, de la idea de hazañas pasadas, de grandezas muertas que creían que tenían que revivir con gestos cursis en las tablas.
Lo malo de las producciones cinematográficas, eran los distintos idiomas que usaban las pulgas, sólo en los países de mucho dinero se imprimían películas, y desde luego, en ese idioma. Las pulguitas de hablar de poco dinero, y poco comercio, pero de mucha ambición de libertad, tenían que tragarse como única diversión, kilómetros de celuloide, en un idioma extranjero del cual lo único que entendían eran unas leyendas, que caritativamente ponían al pie de los cuadros los caritativos directores, pulgas.
Es inútil decir que las pulgas productoras, iban liquidando lo que es todo, el idioma, único entendimiento de las razas púlguicas.
Por medio de blanda diversión, pues, se adquiría el alma de unas pulgas que ya tenían el cuerpo vendido. Se iba perdiendo el ritmo de una raza, y al perder ese sentido de la vida, de un paisaje regional, inconscientemente