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del seno de la Sociedad, y hasta el plano del edificio es obra de uno de sus individuos.

Pero no es esto todo lo que ha hecho tan ilustre corporacion; conociendo la necesidad de tener buenos profesores, ha mandado á Europa á su costa dos jóvenes del país sobresalientes y de conducta irreprehensible, para que, en union de otros dos, no menos recomendables y cuyos gastos corren ácargo de un Sr. socio de mérito, estudien las ciencias naturales y métodos de enseñanza para escuelas normal é industrial y salas de párvulos[1].

Es necesario conocer el estado de la Isla para poder apreciar la importancia del establecimiento que nos ocupa: hay en ella elementos de riqueza y medios de hacer su felicidad que estan por esplotar; y al ocuparse principalmente la Sociedad de la enseñanza de las ciencias naturales, que debe plantearse en el Colegio Central, da una prueba de la inteligencia y buenos deseos que la animan.

La química, la mineralogía, la agricultura y la botánica son indispensables en un país que encierra en su seno infinidad de minerales, y cuya fertilidad es tan prodigiosa, que sus cosechas y la cria del ganado constituyen toda su riqueza, á pesar del atraso en que es preciso confesar que nos hallamos. ¿Quién es capaz de calcular la diferencia que habrá en el cultivo de las tierras, cuando el estudio de las ciencias naturales pueda aplicarse á la labranza

  1. El socio que á su costa instruye á estos dos jóvenes, es el canónigo Dr. don Rufo Manuel Fernandez, bajo cuya direccion han venido á Europa estos y los enviados por la Sociedad.