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«das, y otros medios de comunicacion que no hace mucho tiempo estaban buenos para los pájaros, ahora se van mejorando que es un gusto; la capital se ha convertido en una tazita de plata, y todos los demás pueblos la van siguiendo; de suerte que cuando yo vuelva, que no está muy lejos, tendré que tomar un cicerone, que me esplique cada una de las muchas novedades que se me ofrezcan á la vista.»

«No puedo menos de daros el parabien por tanta dicha, y lo haria, si es posible, de mejor gana, si no hubiera llegado á entender que comenzais á olvidar, junto con ciertas preocupaciones ridículas, algunas de nuestras sencillas y buenas costumbres: me han dicho, entre varias otras cosas, que apenas os acordais del bando de S. Pedro, que tanto nos divertia, y juro por la cuesta del Guaraguao, que no hemos de tener la fiesta en paz hasta que sepa que os habeis corregido. ¿Cómo se entiende, señores reformistas, quereis que no quede rastro bueno ni malo de los usos de nuestros padres? ¿teneis acaso la vanidad de pensar que nada es bueno mas que lo que hagamos nosotros? Si os molesta el sol porque os habeis vuelto mas delicados, mudad la hora, pero no toqueis á la costumbre; si algunas palabras que antes pasaban no pueden tolerarse en el dia, porque el buen gusto se ha desarrollado, ingenios hay en la Isla que os darán cada año un bando mejor que el Código Romano, y que las Tablas de Solon.»

«Cuidado, señores mios, no nos suceda lo que al