Página:El Gíbaro.djvu/70

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No digo nada si es un jóven al que le toca por compañera una prima de su adorado tormento, amiga de su hermanita, ó recomendada por su mamá ó la señora de la casa, y que yo pudiera pintar muy bien; pero no quiero, porque tengo en mucho el aprecio del bello secso (sin escluir aquella parte de él á quien no cuadra el adjetivo), no me detengo mas en esto, y vamos á otra cosa.

La colocacion es tambien en lo que mas se repara: ninguno permite que otro se le ponga primero en la contradanza, despues de haber ocupado su lugar, sin que medien razones muy poderosas, lo cual me parece muy en el órden, y es un modo de espresar que entre personas distinguidas deben ser iguales y recíprocas las atenciones. Uno solo empieza á bailar, que es el primero, y á medida que desciende hasta el otro estremo de la sala, le siguen por órden rigoroso los que vienen despues de él; al revés de lo que he visto en otras partes, donde, con motivo de empezar todos á la vez, ningun lugar es preferente; mas resulta una confusion que dura tanto como dura la música. Entre la variedad de figuras que se usan, nadie puede variar tampoco la que puso el que empezó, y solo puede hacerlo él mismo cuando vuelve á llegar á su lugar primitivo.

He aquí lo único en que varian en aquella Isla los bailes de sociedad ó de la clase mas acomodada; en cuanto á lo demás nada tienen que envidiar á los mejores que se dan (no siendo en una corte) en cualquier otro lugar, pues reunen las condiciones de cortesanía y elegancia en los concurrentes, y riqueza y buen