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sin contar aquellos bravos portugueses, cuya fama envolvía al globo en red de hazañas, desde el Catay famoso al bárbaro mar del Africa [1]. No llegaron ni con mucho á operar en la misma escala que los españoles, y tanto Cortés como Pizarro siguen siendo el modelo del conquistador [2].

Es que la conquista, por lo que tenía de quimérico, de colosal, de problemático, era una empresa medioeval, cuyo cumplimiento requería espíritus y tendencias medioevales. Las demás naciones empezaban ya su evolución moderna, modificando rápidamente la antigua estructura; se hallaban en condiciones inferiores ante el caso especial, que requería las peculiaridades abandonadas. Más calculadoras y utilitarias, fracasaron en eso, porque progresaban

  1. Sinus Barbaricus. Así llamaba en su pintoresca terminología, al mar que baña las costas orientales del Continente Negro, el mapa-mundi publicado en 1529 por Diego Ribero, cosmógrafo del Rey.
  2. Esto puede precisarse en forma más concluyente, por medio de una comparación. Contando solamente los jefes de expediciones que surcaron el Océano y realizaron descubrimientos, desde 1492 hasta 1610, año en que los jesuitas se establecieron en el Paraguay, los españoles alcanzan á 84; mientras que el resto, en el cual incluyo junto á ingleses, franceses, holandeses, italianos y portugueses, apenas llega á 72.