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beatas, ancianos venerables, cooperaban como espías; siendo la estafa una especialidad, que dió nombre en todas las lenguas al famoso «cuento del tío».

Las zonas de explotación en los centros urbanos, estaban tan bien delimitadas, lo propio que las distintas especialidades, que ningún bribón podía casarse sino en las suyas, so pena de multa á título de dispensa. Y tal era su poder, que bandas de mendigos gitanos, los más peligrosos de todos, habían llegado á asaltar la ciudad de Logroño, para pillarla, mientras sus habitantes estaban atacados por la peste.

Todo revelaba, pues, una sociedad en descomposición, cuyo ideal terreno era vivir sin trabajar, aún á costa de la miseria. El mismo de la Edad Media, sin el fervor religioso que lo explicaba y engrandecía.

La anexión de Portugal acabó de realizar en la Península el ensueño absolutista, contribuyendo más, si cabe, á aumentar el maleficio con su gloria fugaz. Pero la situación se volvía cada vez más alarmante en el exterior. Ya hemos visto cómo se perdió la amistad de Inglaterra, natural