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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

lo contase á otro afirmar y jurar que lo había visto todo. Así que, yendo días y viniendo días, el diablo que no duerme y que todo lo añasca, hizo de manera que el amor que el pastor tenía á la pastora se volviese en omecillo y mala voluntad; y la causa fué, según malas lenguas, una cierta cantidad de celillos que ella le dió, tales que pasaban de la raya y llegaban á lo vedado; y fué tanto lo que el pastor la aborreció de allí adelante, que, por no verla, se quiso ausentar de aquella tierra é irse donde sus ojos no la viesen jamás. La Torralva, que se vió desdeñada del Lope, luego le quiso bien, más que nunca le había querido.

—Esa es natural condición de mujeres, dijo don Quijote, desdeñar á quien las quiere, y amar á quien las aborrece. Pasa adelante, Sancho.

—Sucedió, dijo Sancho, que el pastor puso por obra su determinación; y antecogiendo sus cabras, se encaminó por los campos de Extremadura para pasarse á los reinos de Portugal: la Torralva, que lo supo, se fué tras él, y seguíale á pie y descalza desde lejos, con un bordón en la mano y con unas alforjas al cuello, donde llevaba, según es fama, un pedazo de espejo y otro de un peine, y no sé qué botecillo de mudas para la cara. Mas llevase lo que llevase (que yo no me quiero meter ahora en averiguallo), sólo diré que dicen que el pastor llegó con su ganado á pasar el río Guadiana; y en aquella sazón iba crecido y casi fuera de madre, y por la parte que llegó no había barca ni barco, ni quien le pasase á él ni á su ganado de la otra parte; de lo que se congojó mucho, porque veía que la Torralva venía ya muy cerca, y le había de dar mucha pesadumbre con sus ruegos y lágrimas; mas tanto anduvo mirando, que vió un pescador, que tenía junto á sí un barco tan pequeño, que solamente podían caber en él una persona y una cabra; y con todo esto, le habló y concertó con él que le pasase á él y á trescientas cabras que llevaba. Entró el pescador en el barco, y pasó una cabra; volvió y pasó otra; tornó á volver y tornó á pasar otra... Tenga vuestra merced cuenta con las cabras que el pescador va pasando, porque si se pierde