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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

casi la concertaba la igualdad de nuestro linaje y riquezas. Creció la edad, y con ella tanto el amor de entrambos, que al padre de Luscinda le pareció que por buenos respetos estaba obligado a negarme la entrada de su casa, casi imitando en esto á los padres de aquella Tisbe, tan decantada de los poetas; y fué esta negación añadir llama á llama y deseo á deseo; porque, aunque pusieron silencio a las lenguas, no le pudieron poner á las plumas, las cuales, con más libertad que las lenguas, suelen dar á entender á quien quieren lo que en el alma está encerrado; que muchas veces la presencia de la cosa amada turba y enmudece la intención más determinada y la lengua más atrevida.

»¡Ay, cielos, y cuántos billetes la escribí! ¡Cuán regaladas y honestas respuestas tuve! ¡Cuántas canciones compuse y cuántos enamorados versos, donde el alma declaraba y trasladaba sus sentimientos, pintaba sus encendidos deseos, entretenía sus memorias y recreaba su voluntad! En efeto, viéndome apurado, y que mi alma se consumía con el deseo de verla, determiné poner por obra y acabar en un punto lo que me pareció que más convenía para salir con mi deseado y merecido premio, y fué el pedírsela á su padre por legítima esposa, como lo hice; á lo que él me respondió, que me agradecía la voluntad que mostraba de honrarle y de querer honrarme con prendas suyas; pero que, siendo mi padre vivo, á él tocaba de justo derecho hacer aquella demanda, porque si no fuese con mucha voluntad y gusto suyo, no era Luscinda mujer para tomarse ni darse á hurto. Yo le agradecí su buen intento, pareciéndome que llevaba razón en lo que decía, y que mi padre vendría en ello como yo se lo dijese; y con este intento, luego, en aquel mismo instante fui á decirle á mi padre lo que deseaba; y al tiempo que entré en un aposento donde estaba, le hallé con una carta abierta en la mano, la cual, antes que yo le dijese palabra, me la dió, y me dijo: «Por esa carta verás. Cardenio, la voluntad que el duque Ricardo tiene de hacerte merced.» Este duque Ricardo, como ya vosotros, señores, debéis de saber, es un grande de España, que tiene su estado en lo mejor desta Andalucía.