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CAPÍTULO XXVI
Donde se prosiguen las finezas que de enamorado hizo don Quijote en Sierra Morena


volviendo á contar lo que hizo el de la Triste Figura después que se vió solo, dice la historia que, así como don Quijote acabó de dar las tumbas ó vueltas, de medio abajo desnudo y de medio arriba vestido, y que vió que Sancho se había ido, sin querer aguardar á ver más sandeces, se subió sobre una punta de una alta peña, y allí tornó á pensar lo que otras muchas veces había pensado, sin haberse jamás resuelto en ello, y era, que ¿cuál sería mejor y le estaría más á cuento, imitar á Roldán en las locuras desaforadas que hizo, ó á Amadís en las melancólicas? Y hablando entre sí mismo, decía: «Si Roldán fué tan buen caballero y tan valiente como todos dicen, ¿qué maravilla? pues al fin era encantado, y no le podía matar nadie si no era metiéndole un alfiler de á blanca por la planta del pie, y él traía siempre los zapatos con siete suelas de hierro; aunque

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