Página:El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha (1905, vol 1).djvu/461

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
289
DON QUIJOTE DE LA MANCHA

le había ofrecido ocasión de habello menester. A todos contentó en extremo su mucha gracia, donaire y hermosura, y confirmaron á don Fernando por de poco conocimiento, pues tanta belleza desechaba; pero el que más se admiró fué Sancho Panza, por parecerle (como era así verdad) que en todos los días de su vida había visto tan hermosa criatura; y así, preguntó al cura con grande ahinco le dijese quién era aquella tan fermosa señora, y qué era lo que buscaba por aquellos andurriales.

—Esta hermosa señora, respondió el cura, Sancho hermano, es, como quien no dice nada... es la heredera, por línea recta de varón, del gran reino de Micomicón de Etiopía, la cual viene en busca de vuestro amo á pedirle un don, el cual es el que le desfaga un tuerto ó agravio que un mal gigante le tiene fecho; y á la fama que de buen caballero vuestro amo tiene por todo lo descubierto, de Guinea ha venido á buscarle esta princesa.

—¡Dichosa buscada y dichoso hallazgo! dijo á esta sazón Sancho Panza; y más si mi amo es tan venturoso que desfaga ese agravio y enderece ese tuerto, matando á ese hideputa dése gigante que vuestra merced dice; que sí matará, si él le encuentra, si ya no fuese fantasma; que contra las fantasmas no tiene mi señor poder alguno. Pero una cosa quiero suplicar á vuestra merced entre otras, señor licenciado, y es, que porque á mi amo no le tome gana de ser arzobispo, que es lo que yo temo, que vuestra merced le aconseje que se case luego con esta princesa, y así quedará imposibilitado de recibir órdenes arzobispales, y vendrá con facilidad á su imperio, y yo al fin de mis deseos, que yo he mirado bien en ello, y hallo por mi cuenta que no me está bien que mi amo sea arzobispo, porque yo soy inútil para la Iglesia, pues soy casado; y andarme ahora á traer dispensaciones para poder tener renta por la Iglesia, teniendo (como tengo) mujer y hijos, sería nunca acabar; así que, señor, todo el toque está en que mi amo se case luego con esta señora, que hasta ahora no sé su gracia, y así, no la llamo por su nombre.

Tomo I.—73