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CAPÍTULO XXX
Que trata de la discreción de la hermosa Dorotea, con otras cosas de mucho gusto y pasatiempo
O hubo bien acabado el cura, cuando Sancho dijo:
—Pues, mía fé, señor licenciado, el que hizo esa fazaña fué mi amo; y no porque yo no le dije antes y le avisé que mirase lo que hacía, y que era pecado darles libertad, porque todos iban allí por grandísimos bellacos.
—Majadero, dijo á esta sazón don Quijote, á los caballeros andantes no les toca ni atañe averiguar si los afligidos, encadenados y opresos que encuentran por los caminos, van de aquella manera ó están en aquella angustia por sus culpas ó por sus desgracias; sólo les toca ayudarles como á menesterosos, poniendo los ojos en sus penas, y no