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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

hubiera hecho; y quedaron de acuerdo entre los dos, que desde otro día siguiente se comenzase la obra; que él le daría lugar y tiempo en que á sus solas pudiese hablar á Camila; y asimismo le daría dineros y joyas que ofrecerla y que darla. Aconsejóle que le diese músicas, que escribiese versos en su alabanza, y que cuando él no quisiese tomar trabajo de hacerlos, él mismo los haría. Á todo se ofreció Lotario, con bien diferente intención que Anselmo pensaba; y con este acuerdo se volvieron á casa de Anselmo, donde hallaron á Camila con ansia y cuidado, esperando á su esposo, porque aquel día tardaba en venir más de lo acostumbrado.

»Fuése Lotario á su casa, y Anselmo quedó en la suya tan contento como Lotario pensativo, no sabiendo qué traza dar para salir bien de aquel impertinente negocio; pero aquella noche pensó el modo que tendría para engañar á Anselmo sin ofender á Camila; y otro día vino á comer con su amigo, y fué bien recibido por Camila, la cual le recibía y regalaba con mucha voluntad, por entender la buena que su esposo le tenía. Acabaron de comer, levantaron los manteles, y Anselmo dijo á Lotario que se quedase allí con Camila, en tanto que él iba á un negocio forzoso; que dentro de hora y media volvería. Rogóle Camila que no se fuese, y Lotario se ofreció á hacerle compañía; mas nada aprovechó con Anselmo; antes importunó á Lotario que se quedase y le aguardase, porque tenía que tratar con él una cosa de mucha importancia. Dijo también á Camila que no dejase solo á Lotario en tanto que él volviese. En efecto, él supo tan bien fingir la necesidad ó necedad de su ausencia, que nadie pudiera entender que era fingida. Fuése Anselmo, y quedaron solos á la mesa Camila y Lotario, porque la demás gente de casa toda se había ido á comer.

»Vióse Lotario puesto en la estacada que su amigo deseaba, y con el enemigo delante, que pudiera vencer con sola su hermosura á un escuadrón de caballeros armados: ¡mirad si era razón que le temiera Lotario! Pero lo que hizo fué poner el codo sobre el brazo de la silla y la mano abierta en la mejilla; y pidiendo perdón á Camila del mal