Página:El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha (1905, vol 1).djvu/567

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
371
DON QUIJOTE DE LA MANCHA

señora, si acaso viniese antes que estuviese sana. El respondió que dijesen lo que quisiesen; que él no estaba para dar consejo que de provecho fuese; sólo le dijo que procurase tomarle la sangre, porque él se iba adonde gentes no le viesen. Y con muestras de mucho dolor y sentimiento, se salió de casa; y cuando se vió solo y en parte donde nadie le veía, no cesaba de hacerse cruces, maravillándose de la industria de Camila y de los ademanes tan propios de Leonela. Consideraba cuán enterado había de quedar Anselmo de que tenía por mujer á una segunda Porcia, y deseaba verse con él para celebrar los dos la mentira y la verdad más disimulada que jamás pudiera imaginarse.

»Leonela tomó, como se le había dicho, la sangre á su señora, que no era más de aquello que basto para acreditar su embuste; y lavando con un poco de vino la herida, se la ató lo mejor que supo, diciendo tales razones en tanto que la curaba, que aunque no hubieran precedido otras, bastaran á hacer creer á Anselmo que tenía en Camila un simulacro de la honestidad. Juntáronse á las palabras de Leonela otras de Camila, llamándose cobarde y de poco ánimo, pues le había faltado al tiempo que fuera más necesario tenerle para quitarse la vida, que tan aborrecida tenía. Pedía consejo á su doncella si diría ó no todo aquel suceso á su querido esposo, la cual le dijo que no se lo dijese, porque le pondría en obligación de vengarse de Lotario, lo cual no podría ser sin mucho riesgo suyo, y que la buena mujer estaba obligada á no dar ocasión á su marido á que riñese, sino á quitalle todas aquellas que le fuese posible.

»Respondió Camila que le parecía muy bien su parecer, y que ella le seguiría; pero que en todo caso convenía buscar qué decir á Anselmo de la causa de aquella herida, que él no podía dejar de ver; á lo que Leonela respondía que ella, ni aun burlando, no sabía mentir.

»—Pues yo, hermana, replicó Camila, ¿qué tengo de saber? que no me atreveré á forjar ni sustentar una mentira, si me fuese en ello la vida. Y si es que no hemos de saber dar salida á esto, mejor será decirle la verdad desnuda, que no que nos alcance en mentirosa cuenta.