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DON QUIJOTE DE LA MANCHA

cuando entraron en la venta todos los que el ventero había dicho; y apeándose los cuatro de á caballo, que de muy gentil talle y disposición eran, fueron á apear á la mujer que en el sillón venía; y tomándola uno dellos en sus brazos, la sentó en una silla que estaba á la entrada del aposento donde Cardenio se había escondido. En todo este tiempo ni ella ni ellos se habían quitado los antifaces ni hablado palabra alguna; sólo que, al sentarse la mujer en la silla, dió un profundo suspiro, y dejó caer los brazos, como persona enferma y desmayada: los mozos de á pie llevaron los caballos á la caballeriza.

Viendo esto el cura, deseoso de saber qué gente era aquella que con tal traje y tal silencio estaba, se fué donde estaban los mozos, y á uno dellos le preguntó lo que deseaba, el cual le respondió:

—Pardiez, señor, yo no sabré deciros qué gente sea esta; sólo sé que muestra ser muy principal, especialmente aquel que llegó á tomar en sus brazos á aquella señora que habéis visto; y esto dígolo porque todos los demás le tienen respeto, y no se hace otra cosa más de lo que él ordena y manda.

—Y la señora ¿quién es? preguntó el cura.

—Tampoco sabré decir eso, respondió el mozo, porque en todo el camino no la he visto el rostro; suspirar sí la he oído muchas veces, y dar unos gemidos que parece que con cada uno dellos quiere dar el alma; y no es de maravillar que no sepamos más de lo que os he dicho, porque mi compañero y yo no há más de dos días que los acompañamos; porque, habiéndolos encontrado en el camino, nos rogaron y persuadieron que viniésemos con ellos hasta el Andalucía, ofreciéndose á pagárnoslo muy bien.

—Y ¿habéis oído nombrar á alguno dellos? preguntó el cura.

—No por cierto, respondió el mozo; porque todos caminan con tanto silencio, que es maravilla; porque no se oye entre ellos otra cosa que los suspiros y sollozos de la pobre señora, que nos mueven á lástima; y sin duda tenemos creído que ella va forzada donde quiera que va; y según se puede colegir por su hábito, ella es monja, ó va á serlo,