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CAPÍTULO XLVI
Del fin de la notable aventura de los cuadrilleros, y la gran ferocidad de nuestro buen caballero don Quijote


n tanto que don Quijote esto decía, estaba persuadiendo el cura á los cuadrilleros cómo don Quijote era falto de juicio, como lo veían por sus obras y por sus palabras, y que no tenían para qué llevar aquel negocio adelante; pues, aunque le prendiesen y llevasen, luego le habían de dejar por loco; á lo que respondió el del mandamiento que á él no tocaba juzgar de la locura de don Quijote, sino hacer lo que por su mayor le era mandado, y que una vez preso, siquiera le soltasen trescientas.

—Con todo eso, dijo el cura, por esta vez no le habéis de llevar, ni aun él dejará llevarse, á lo que yo entiendo.

En efecto, tanto les supo el cura decir, y tantas locuras supo don

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